domingo, 19 de noviembre de 2006

Real Madrid-Rácing: la contracrónica de un robo anunciado

Artículo original en rafanomejodas.info
Publicado por Sidekick en 19th Noviembre 2006


Tras una semana en la que la selección ha centrado buena parte de la atención de los aficionados al fútbol, volvía la Liga al Bernabéu para que socios y aficionados pudiéramos presenciar el irregular partido que Real Madrid y Rácing de Santander tenían a bien brindarnos.

Mientras el PP sigue acusando gravemente al Gobierno por no pronunciarse sobre las más de 300 armas que ETA, supuestamente, robó de una armería en Francia, algunos empezamos a sospechar que los vestuarios del Bernabéu serían un buen sitio por el que comenzar la búsqueda, pues el atraco arbitral que los cántabros sufrieron la pasada noche requería de un arsenal considerable.
Raúl González marca de vaselina

El asalto comenzó a las 20:04 hora zulú, cuando según testigos presenciales la suerte se aliaba con los atracadores madridistas para que éstos, aprovechándose de la candidez defensiva de sus rivales, se pusieran por delante en uno de los actos de mayor infamia que se pueda recordar en la historia futbolística: en un saque de esquina, Sergio Ramos se adelantaba y remataba de cabeza a la red. La alarma empezaba a cundir en todo el territorio nacional, y la RFEF llamaba a su negociador para que actuara. Paralelamente, una comisión de urgencia se reunía en casa de un preocupado Villar y las cabezas pensantes comenzaban con su brainstorming o bombardeo de ideas: «¿era córner?», «¿el remate es en falta?», «¿y si decimos que la camiseta es demasiado blanca?», «tendría que estar prohibido rematar de cabeza», «lo que tendría que estar prohibido es el Madrid»...

A partir de ahí, los acontecimientos estuvieron adormecidos durante unos cuantos minutos, hasta que el sospechoso número 1 y cabecilla del grupo, un tal Raúl González, alias «el Empujabalones», se desmarcaba en una jugada que iniciaba su lugarteniente Iván Helguera, que desde 40 metros enviaba un pase en profundidad entre las líneas defensivas de los santanderinos. El balón lo recogía González, que no parecía preocupado por seguir ampliando su interminable lista de antecedentes, entre los que se cuentan dos imperdonables goles en finales europeas, y de indecente vaselina marcaba el segundo. O eso se pensaron los malvados, porque el árbitro, un corrupto a todas luces, les echaba una mano y anulaba el gol por inexistente fuera de juego, lo que reducía las posibilidades de que los descendientes de Corocotta acabaran llevándose el partido por 2 a 7 ó 2 a 8 (por lo menos).

En esos momentos, el Madrid podía darse con un canto en los dientes. Todo estaba saliendo a pedir de boca: gol de Ramos en el minuto 4 y gol anulado en el minuto 13. La crisis ya sobrepasaba nuestras fronteras, y la sociedad mundial se estremecía ante la gravedad de los acontecimientos, y el escándalo arbitral del Bernabéu estaba en boca de todos. Para entonces, la ONU ya había redactado sus primeras resoluciones de castigo al Madrid, y el blocus sobrevolaba el Bernabéu.

Pero los facinerosos, los amigos de la maldad y del delito organizado, cometían una nueva tropelía sin que se hubiera llegado aún a la mitad del primer tiempo. Entonces, a las 20:21 hora zulú, Sergio Ramos, autor de la masacre del primer gol, parecía darle con la mano a un balón dentro del área, y el mundo entero reclamaba penalti, aunque las cámaras de vigilancia y seguridad del estadio Bernabéu demostraban que el balón golpeaba en la cabeza del gigantón Zigic, y no en la mano del defensa del Madrid. Pero que no exista la prueba no significa que no exista el delito, máxime cuando los delincuentes tienen el historial que tienen.

De buena se habían librado unos ladronzuelos, que tras tres años sin ver la luz en la cueva, ahora se dedican a robar arma en mano tanto en su terreno de juego como fuera de él, donde en ocasiones recurren incluso al artero disfraz y al vil engaño para hacer ver las cosas como en realidad nunca fueron. ¿Recuerdan la expulsión a Casas en San Mamés? ¿Y la de Iriney en Vigo? ¿El gol anulado al Sevilla en el Camp Nou les dice algo? ¿Quizás el inexistente penalti de Mario, del Recreativo de Huelva, a Gudjohnsen? ¿Y el gol de Saviola en fuera de juego ante el Zaragoza? Pues todos éstos son actos del demonio madridista: no se dejen engañar por él.

Y así, por suerte, llegó el intermedio y, atónito, el mundo entero se levantaba a echar un pis o a calentar unas palomitas en el microondas, a la espera de que los 22 protagonistas, 11 héroes y 11 villanos, reanudaran este interesante y entretenido thriller furbolístico.

Los descansos en los encuentros de fútbol tienen como función fundamental la de recuperar física y anímicamente a los que saltarán al terreno de juego en la segunda parte. Los entrenadores hicieron bien su trabajo. Capello le pidió a los suyos que siguieran desarrollando como hasta entonces el malévolo plan ideado, mientras su homólogo en el banquillo racinguista, Miguel Ángel Portugal, recibía un pergamino atado a un a ladrillo con lo que a priori bien pudiera haber sido un mensaje en clave: «La haiuda ba parallá. No preokupalse. Que la fuelza o sacompanie. Phdo. Ánjel María Biyal, Direstó de la Real Federasión de Fúrbol». Todavía quedaba un halo de esperanza.

Pero el mal prevaleció sobre el bien, el anillo, un anillo para gobernarlos a todos, seguía en la fortaleza de Mordor, la Tierra de la Sombra, desde donde Sauron movía sus pérfidos hilos para que el blanco más impuro de los blancos conquistara la Tierra Media.

Y fue precisamente desde la Tierra Media desde donde llegó el segundo gol madridista, pues Diarrá robaba y montaba el contraataque, Emerson ejecutaba un pase en profundidad, y Reyes remataba la faena. 2-0, y el sindicato del crimen seguía saliéndose con la suya.

El Rácing lanzó varias acometidas a la desesperada, y Casillas se negaba a dejar pasar el balón, lo que aumentaba el odio de las víctimas hacia sus verdugos. La justicia de la causa empezaba a apoderarse de la gente de bien, y humanos, hobbits, enanos, elfos y antimadridistas apartaban a hostias al negociador y decidían, de forma democrática y decente eso sí, tomarse la justicia por su cuenta y empezar a redactar crónicas que desvelaran la realidad de los hechos. Hay actos que ni deben ni pueden quedar impunes.

El Madrid se sentía fuerte e intocable, y veía cómo podía actuar impunemente, sin que la fuerza y el corazón que los justos ponían en defender tan magna y noble empresa, fuese suficiente como para detener el imparable avance de la oscuridad.

Y la oscuridad se hizo persona en Diarrá, que avanzó con el balón, lo envió a la banda para que desde allí lo centraran, y lo remató en dos ocasiones (el muy cobarde) hasta verlo hundirse en la portería rival. Para desesperación de sus rivales, y para añadirle una doble dosis de brutalidad al asunto, el tercer gol llegaba en fuera de juego. Lo habían vuelto a hacer, de nuevo actuaban como lo hicieran el domingo pasado en el Camp Nou, de nuevo metían el tercero en clamoroso fuera de juego, aunque esta vez sin maquillajes de por medio: a cara descubierta. Cobardes, crueles y brutales, pero además temerarios.

Morir matando reza un dicho. Y así quiso morir el Rácing, con un extraordinario gol de Ezequiel Garay por la escuadra, que si lo llega a marcar el Niño de las Natillas hubiera dado siete vueltas a la galaxia y lo hubieran analizado fotograma a fotograma para ver exactamente en qué momento el esférico pasa de ser balón a estrella fugaz.

En los últimos minutos, y con todo el pescado vendido, un tal Gutiérrez, alias «Guti», cometía una imprudencia y el árbitro lo expulsaba, maquillando sus escandalosas actuaciones a favor del Madrid. Los ciudadanos de bien, sin embargo, pueden dormir tranquilos, pues es poco probable que indulten a Gutiérrez, ya que éste no se llama Motta, el manotazo no se lo lleva Milito, y el trío arbitral no contaba en esta ocasión con la presencia de Rafa Guerrero, al que hay que desacreditar por decreto aunque todos sepamos que el reglamento no dice nada de «protegerse con las manos».

REAL MADRID 3
Casillas, Sergio Ramos, Helguera, Cannavaro (Míchel Salgado, m. 74), Roberto Carlos; Emerson, Diarra; Raúl, Guti, Reyes (Robinho, m. 67); Van Nistelrooy.
RACING 1
Toño, Pinillos, Rubén, Garay, Luis Fernández; Scaloni, Tomás (Vitolo, m. 56), Colsa (Aganzo, m. 60), Serrano (Cristian Álvarez, m. 86; Munitis y Zigic
FICHA TÉCNICA Campeonato de Liga. 11ª jornada
Estadio: Santiago Bernabéu. Unos 70.000 espectadores.
Árbitro: Lizondo Cortés (Colegio Valenciano). Tarjetas amarillas: Colsa (m. 29), Cannavaro (m. 33), Óscar Serrano (m. 39), Reyes (m. 65), Diarra (m. 72), Pinillos (m. 79), Sergio Ramos (m. 90). Tarjeta roja: Guti (m. 88).
Goles: 1-0, min. 5: Sergio Ramos. 2-0 m. 58: Reyes. 3-0, m. 70: Diarra. 3-1, m. 75: Garay.

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